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¿Empiezo a soltarte?

¿Cómo le digo a mi razón que he dejado de reconocerte?
Que tu nombre está presente, aunque disuena a lo lejos sin llegar a tocarme.
Como las cenizas fundidas, aferradas aun al cigarrillo -por temor al viento-
las emociones no se sueltan y arraigadas se contraen, alborotando el sentimiento.
Estoy tan seca, pero la idea de negarte me arranca las manos, que no tendrían razón de ser.
Tan dentro de mí te encuentras que si renuncio, me rechazaría también.

No te hallan mis ojos, el corazón muere de a poco,
sugiere que lo busques y le hagas un café.
Por qué no vienes y me dejas a oscuras,
bésame las dudas y haz un nudo con mi piel.
Te anhelo demasiado etérea y me sabes tan carnal.
Objetiviza el deseo, materializa la idea,
rompe el cristal y vuelvete real,
acaba con la angustia, llévate la incertudumbre,
sintonizame contigo; desintoxicame del mal.

¿Cuando es momento de anunciarte, que me acostumbre a no tenerte?
estando tú ausente, encontré compañía dentro de mí,
Aunque mi pecho te elije sin pensarlo dos veces,
aun me haces falta, mas no para ser feliz.
ya no te pronuncian los latidos, y los suspiros no aparecen cuando llegas a la mente
pero el aliento no desmaya, hazte presente…
y rompe todas las murallas.
Seamos valientes, ahoguemos nostalgias y hablemos de frente.
Desde lo profundo, volvamos en el tiempo, recordemos batallas,
aunque no demos las tallas, no dejemos que acabe,
que no muera para siempre.
Y sí con esto te confundo, tómate un segundo, sólo cierra mis labios,
tus besos son sabios; con hechos y argumentos revélame tu verdad.
Haz que vuelva a caminar por el mundo con infulas de grandeza,
llename de certeza, devuélveme a tu mar.
Izate en andamios que lleguen a mis ganas,
te regalo mis alas, si quieres libertad.

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Elipse: Bitácoras de navegación.

Viajando en los mares de la vida,
un día cualquiera, hallé en sus ojos mi faro:
¿Correr la aventura o seguir mi camino?
Nada que decidir, el destino ya estaba jugado.

Abandoné mis orillas y desembarque en su suelo.
Su sonrisa financió mi viaje;
Inicié el periplo, observé cada destello,
pulí en la memoria tierra mar y cielo.

Formas de su mundo, guardé en las manos,
Llevo en la naríz, -de su silueta- un mapa,
contiene el clima, flora y fauna
en todas sus etapas.

Recorro una vez más, la geografía de sus volcanes,
cruzando los senderos amables de su vientre.
Evoco el paisaje explorando áridas tierras;
y en mi avanzada hacia al sur,
hallé La Atlándida entre sus piernas.

Recuerdo así la guerra que proclamé en el Delta
tras conquistar sus valles, fundé en ellos mi reino,
reclamando sus islas por combate,
implanté la Monarquía como forma de gobierno.